jueves, 25 de febrero de 2016

Adiós con el corazón

El fin, se acabó. Después de nueve meses me despido de Sarah y Elliot. Con el nudo en la garganta, con la pena por no volver a saber de ellos, por hacerme sentir su amor, por estremecerme con cada palabra... Desde que comencé a escribirles hasta hoy que está preparado para maquetarse y reposar antes de salir a la calle en abril, han pasado muchas cosas. Otras historias se han cruzado antes, como la de Mateo y Clara. Otras se están madurando y están empezando a esbozarse pero ahora no es momento de hablar de ellas. Quiero dedicar este post a ellos, a los que quiero agradecer que un día acudieran a mi mente y me susurran palabras cargadas de significado para que yo las plasmase en una hoja. Han viajado de aquí para allá, incluso al extranjero. Han reído, han sufrido, han cambiado, han aprendido... y yo con ellos. Cuando escribimos la palabra FIN pensamos que todo se ha terminado pero no es cierto. Ahora. Hoy es cuando acabo con su historia. Ya no volveré a releerlos, a corregir, a matizar situaciones, a reírme con ellos y sufrir con sus delicadas situaciones. Siempre nos apena despedirnos porque son parte de ti, una prolongación, un pedazo de tu alma... Pero todo lo que empieza tiene un final, y este es el suyo.

SARAH COLLINS, gracias por ser una mujer fuerte, independiente, compasiva, sincera... por hacerme ver que los sueños están para perseguirlos y que se cumplen. Por tu constancia, tu generosidad, tu fe infinita, tu espíritu de sacrificio y tu bendita paciencia. Por no rendirte nunca, por entregarte a los demás sin pedir nada a cambio y por querer la felicidad de otros, aunque eso suponga tu propia infelicidad. GRACIAS.

ELLIOT SAVANNAH, gracias por ser ese hombre sensible, fuerte, tierno, apasionado... por enseñarme que la vida nos concede segundas oportunidades y que es entonces cuando debemos aprovecharlas para tomar ese camino. Por tu infinito amor, por sonreír de esa manera derritiendo corazones, por tu entrega y por tu preocupación por los más débiles. Por querer dejarlo todo a pesar de que eso traiga consecuencias, por tomar la decisión acertada en el momento inoportuno, por volver a sentir. GRACIAS.
 
Antes de cerrar este post de despedida reitero las gracias, por aportarme tanto en estos meses, por hacerme crecer como escritora y por enseñarme que los sueños se hacen realidad cuando menos te lo esperas. Hasta siempre chicos.

martes, 23 de febrero de 2016

La historia de Laura


No me puedo creer que esté escuchando esta música. Joder si se enteran mis amigas se parten de risa en mi cara y con razón. ¿Desde cuando me gusta a mí este grupo de críos? ¡Que no soy una quinceañera! Tendida en la cama de mi habitación con los auriculares en los oídos las voces de cinco chavalines inundan la soledad que siento en este momento. El desasosiego, el nudo que se ha instalado en mi pecho y al parecer ahí se va a quedar, el ahogo que no me deja respirar… «Joder Laura me cago en la leche, ¿desde cuándo eres tan intensa?», no dejo de decir chorradas románticas de las que les gusta a Clara y Patricia. Pero yo no soy así. Nunca lo he sido, siempre he ido de flor en flor, picoteando, revoloteando, siendo un espíritu libre sin preocuparme si se enamoraban de mí porque la primera que no lo hacía, era yo. Y digo bien, era, porque eso ha cambiado.  Él lo ha hecho. Antes de conocerle era la loca de siempre, divertida, directa, valiente… Y ahora soy una pobre chica enamorada hasta las trancas escuchando música pop adolescente. Me has jodido Samuel y bien jodida, y no, no me refiero al tema sexual que de ese  ya no gasto. Desde que a mi amiga Clara se le ocurrió la “brillante” idea de meterme en sus rollos para ayudar a su hermana, mi vida se ha ido a la mierda. Él lo presenció todo y por mucho que le expliqué que era para ayudar a Alex, por que estaba saliendo con un subnormal en potencia, le dio igual. Me dejó. A  la alocada, desenfada y la que pasaba de un tío a otro sin preocuparse de los sentimientos. Y me jodió. Mucho. Siempre andaba con cuidado, cuando veía que comenzaba la fase “encoñamiento”, me alejaba corriendo haciendo uso de aquel “pies para que os quiero”.

Pero siendo totalmente sincera no siempre fue así . Venga, lo voy a reconocer. Sí que hubo alguien antes de Samuel, alguien que me despertó al mundo tonto de los corazoncitos que se salen por los ojos. El que me descubrió el amor, las tontunas románticas como las flores, los bailes a la luz de la luna, las escapadas a la casa de la playa de sus padres para devorarnos y no despegarnos durante días, los abrazos silenciosos e intensos que me aportaban tanta paz…  «Joder qué moñas me estoy poniendo», y todo por su culpa. Si él no me hubiese destrozado para otros, Samuel no habría tenido oportunidad de joderme viva.  Después de él no creí que fuera a pasarme de nuevo, sobre todo porque yo lo impedía. Me ponía la coraza y no dejaba que nadie entrase a ese lugar prohibido que quedó vetado tras su paso por mi vida. Y lo peor de todo es que creía que lo tenía superado pero ni de coña. Ahora que Samuel me ha vuelto a romper, he recordado todo y joder, la herida se ha vuelto a abrir.

Me quito los auriculares pues ya he tenido bastante del grupito de moda por un rato. Me quedo en la misma posición en la que llevo varias horas, vegetando. Hoy ni siquiera tuve fuerzas de ir al trabajo, a MI trabajo, ese que me encanta. No lo puedo creer, yo no soy esa chica debilucha, llorosa y deprimida. Porque sí, lo reconozco, desde que corrí tras Samuel para explicarle la situación no he dejado de llorar por todas las esquinas. Solamente dejo de hacerlo cuando duermo y al despertar todo lo ocurrido se me viene a la mente y vuelta a empezar. Como siga así me deshidrato. Al no tener ganas de nada, decido que dormir es la mejor opción, pero como cada día el problema sigue ahí. Las sábanas. Esas en las que Samuel ha dejado su olor, jodido olor el suyo que me vuelve loca y hace que me enamore aún más. Esas sábanas que han sido testigo de todo lo que hay entre nosotros, porque no es solo sexo entre nosotros. No sé definirlo bien. Es como la primera vez que te enamoras y te entregas a la pasión, todo es nuevo, sorprendente,  te arrastra como un huracán y se te queda pegado a la piel. Así es con Samuel. Jodido Samuel, sé que la he cagado y lo peor es que no sé cómo solucionarlo. Me quito la ropa para echarme a dormir, para sentir los residuos que quedan en la cama de él pero en cuanto cierro los ojos no es él al que veo. Es otra persona, otros ojos, otro pelo, otra sonrisa. El que me rompió para los demás y me convirtió en un robot contenido de sentimientos. Y entonces recuerdo cómo pasó todo…

PROYECTO FINALIZADO

 El fin de semanada pasado puse punto final a la novela número quince. Parece mentira que ya pueda decir ese número pero ahí está.  Sueño co...