lunes, 8 de agosto de 2016

El "mal" del escritor


Hace unas semanas acabé una nueva historia y me planteé dejar pasar algún tiempo, no continuar escribiendo casi a diario, de hecho pensaba en dedicarme a disfrutar el mes que me queda de verano. Relajarme tras el año de trabajo, no pensar ni seguir creando personajes, historias, tramas, dibujar mapas, garabatear y llenar cuadernos… Pero he aquí el mal del escritor, que por mucho que tú te plantees algo, la mente divaga sin descanso y antes de darte cuenta, te encuentras creando una nueva novela.



El descanso, que en un principio me planteaba de un mes sabático (ilusa de mí), se limitó a unos pocos días. Llegué a pensar que estaba loca, y que este tema de escribir (por suerte en vacaciones) a diario, me había trastornado por completo. Fue un poema ver las caras a la familia con su famosa frase: “este mes descansarás, ¿no?”. Yo mostré media sonrisa y dije eso de: “algo, sí”. Pobres, lo que no sabían era que en este mes iba a documentarme para la nueva historia, mientras escribía sobre otras que andan en el tintero reclamando mi atención.



De este tema, del “mal del escritor”, he hablado muchas veces con compañeras. Yo jamás imaginé que algo pudiera gustarte tanto para no desear un descanso, es una fiebre que compartimos y sabemos identificar. Cuando una compañera me dice: “acabé tal historia, ahora a descansar”, no sé si reírme en su cara (esto queda feo por aquello de ser simpática y amable), o darle una palmadita en el hombro y asentir con la cabeza mientras le digo: “eso no te lo crees ni tú”. Quizá la comparación no sea del todo exacta pero yo lo comparo a comer pipas, cuando empiezas, ya no hay quien pare. De hecho somos tan fan absolutas de lo que hacemos, que empezamos historias y por el camino nos van surgiendo tres millones de novelas más.



Puede resultar divertido, incluso anecdótico, pero para el escritor a veces resulta frustrante, tener tantas historias perfiladas en nuestra cabeza y no poder darles rienda suelta debido al trabajo, la vida social, la familia… Entre compañeras hemos llegado a bromear diciendo aquello de: “ojalá pudiera encerrarme en casa meses a escribir todo lo que tengo pendiente”.



En definitiva, este “mal” te hace ver que en ningún momento el escritor es el que dirige las historias si no que ellas son las que mandan, las que organizan, las que te guían, las que piden ser contadas en un momento determinado... y poco puede hacer el autor por acallarlas. Sin embargo, debo reconocer al mismo tiempo, que este es el mejor de los males que he vivido, y ojalá dure mucho tiempo, porque nos llena, nos motiva, nos hace movernos hacia delante y nos hace sentir cada emoción, tristeza, felicidad, cada vida de cada personaje, y creerme eso, no se compara a nada.

2 comentarios:

  1. Hola guapa! Totalmente de acuerdo contigo y esto es puro vicio jajaja Un besazo.

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  2. Hola :)
    Estoy contigo, cuánta razón. Aunque intentes retener los dedos, es imposible detener la marabunta de ideas que hay en la cabeza y a los pocos días vuelves a estar escribiendo.
    Pero hay que verlo desde el lado bueno, mientras escribimos somos muy felices y ¿quién puede decir que es feliz trabajando?
    Un abrazo muy grande, compañera. Tienes un blog precioso.
    A.V.Cardenet

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